Felicidades

0 comentarios

24/12/09

Mafalda se va de viaje

0 comentarios

18/12/09

Ya está impreso y en las librerías el taco calendario Mafalda que diseñamos por encargo de Granica para este 2010, con su caja/valijita, para usar todo el año. El del año pasado pueden verlo en nuestra web.



No hay Futura

0 comentarios

18/9/09

A mí la Verdana me hace doler la cabeza, pero es cierto que la futura minúscula se complica para leer textos de un largo superior al de un copete. Las fuentes pc empiezan a invadir nuestra vida real.
Les pego esta nota de Ramón Cano publicada hoy en El País.


Ikea inicia la gran guerra tipográfica

Después de 50 años, la marca sueca sustituye en su catálogo una fuente offline (la Futura) por otraonline (la Verdana) y desata un encendido debate en el mundo del diseño. ¿Otra batalla que gana Internet?

Abrir el buzón y encontrarse con el catálogo de Ikea a la vuelta de vacaciones comienza a ser una tradición de los modernos tiempos globales. No en vano, ocupa la tercera posición de publicaciones impresas: más de 118 millones de ejemplares, editada en 23 idiomas y distribuida en todo el planeta. Como en cualquier otra importante tradición, una alteración provoca grandes controversias. Y la edición 2010 presenta un cambio tipográfico sin precedentes. La sustitución de la fuente Futura, que llevaban usando 50 años, por la Verdana. La primera fue creada en 1927 por Paul Renner bajo la influencia de la Bauhaus. Esta fuente siempre acompañó a la modernidad, e incluso a la posmodernidad. “No es una tipografía cualquiera”, opina Manuel Estrada, diseñador gráfico y presidente de la Asociación de Diseñadores de Madrid (DIMAD), “la Futura es una de las primeras tipografías de palo seco. Su vocación racionalizadora, utilizando las formas geométricas puras, tiene una raíz casi ideológica y desafiante”. La historia de la Verdana es mucho más fría. Es un producto de marketing, el equivalente a un producto discográfico enlatado. Fue diseñada en 1996 por Matthew Carter como encargo de Microsoft para facilitar la lectura en pantallas de ordenador, sobre todo en la letra pequeña. De hecho, es la fuente que viene por defecto en casi todos los sistemas operativos.

Más allá de cuestiones estéticas o de legibilidad, lo realmente preocupante para muchos es la consecuencia de unificar la tipografía a favor de una fuente online. ¿Querrá decir eso que a partir de ahora dejaremos de recibir religiosamente en nuestro buzón el catálogo de Ikea? Una pequeña charla con Cristina Humet, directora de comunicación corporativa de Ikea Iberica, resulta tranquilizadora: las dos versiones, digital e impresa, seguirán conviviendo. Y ambas, en Verdana. “No se trata de que Ikea vaya a dar prioridad a los soportes digitales. Se trata de buscar un equilibrio en todo tipo de soportes, offline y online. Es un tipo de letra coherente con los principios de la marca: es estándar, universal y accesible para todos”, explica Humet, quien manifiesta estar satisfecha al comprobar el gran seguimiento que tiene todo lo que hace su empresa. Concluye confirmando que, a pesar de apostar por una tipografía online, Ikea no apuesta de momento por la venta a través de Internet: “Creemos que la tienda física es muy importante para el cliente, porque le aporta inspiración. Aunque estamos haciendo tests de venta online en algunos países y con determinados productos, pero es un proyecto que por ahora no se aplicará en España”.Al recibir el nuevo catálogo de Ikea, la comunidad internacional de diseñadores gráficos no daba crédito de la osadía —“aberración” para muchos— de aplicar sobre papel una tipografía diseñada para pantalla. Los más ingenuos pensaron que se trataba de un error: alguien cargaría mal las fuentes al imprimir. Pero no, el cambio de la Futura a la Verdana se realizó con toda intención.

Esta decisión ha hecho correr ríos de tinta y caracteres tipográficos en prestigiosos periódicos como The New York Times y en importantes foros online especializados en diseño gráfico como Idsgn o Typophile, manifestando su desaprobación, paradójicamente, a través de la Verdana. Incluso se ha abierto un grupo en Facebook (tiene más de 500 miembros) con el lema Stop Ikea going Verdana. Casi todo el gremio está en contra: no se debería imprimir, argumentan, una fuente que ha sido diseñada para leer en pantalla. Aunque también hay profesionales que reconocen aspectos positivos de esta tipografía. Sergio del Puerto, director creativo de Serial Cut, es uno de ellos: “Me duele decirlo, pero la Verdana es más legible. La Futura nunca me gustó para cuerpo de texto, sobre todo porque tiene la a minúscula redondeada y puedes confundirla con una o, así que, en mi caso, sólo la uso para titulares. Sin embargo, usar la Verdana para titulares me parece que no tiene sentido; yo sólo la he usado online a 11 puntos de tamaño, no más. Pero lo cierto es que una tiene más personalidad que otra: la Verdana es más anodina”. Además, el diseñador no cree que haya necesidad de unificar la tipografía de un soporte online con la de un soporte impreso “porque cada soporte tiene un lenguaje propio y unas necesidades”.

Lo cierto es que parece que sí hay letras que son más democráticas y comerciales que otras. En este caso, la Verdana gana. Quizá algún día, aparte de vender más, también llegue a ser moderna gracias a Ikea.

Encuentro Patrimonio

2 comentarios

4/5/09

En El Ojo del Huracán también resolvemos encargos de bajo presupuesto para instituciones y fundaciones. Sobre todo cuando apoyamos la labor que desempeñan instituciones como Encuentro Patrimonio Bariloche. Podés descargarte el afiche de nuetro blog, y podés acceder a la web presencial que les hicimos pulsando en el enlace anterior. Invitan la Municipalidad de San Carlos de Bariloche y la Comisión Municipal de Patrimonio Histórico, Urbano y Arquitectónico de San Carlos de Bariloche, este 5 de mayo, a las 17hs. en la Sala de Prensa de la Municipalidad.
Si estás interesado en la conservación arquitectónica, podés unirte a agrupaciones como Encuentro Patrimonio Bariloche o Basta de Demoler.

Y si tenés la suerte de andar por Bariloche, te podés pegar una vuelta y todo.



Las leyes de la simplicidad

0 comentarios

7/3/09



Hace un par de años estaba en medio de mi habitual recorrida por las librerías cuando la cubierta de Las Leyes de la Simplicidad se recortó entre todas. Resolví comprar el libro de inmediato, por un lado porque hacía tiempo que en el estudio trabajábamos en torno a diseñar para la simplicidad (cuestión seria para a mí que, particularmente, siento alguna inclinación por el horror vacui) y porque además me resultó muy atractiva la tapa: así como trabajo en diseño y arte, creo en ellos, y consumo, a sabiendas, aquello que me resulte atractivo o bien diseñado.

Compré entonces este libro de John Maeda, archiconocido diseñador gráfico y desarrollador del MIT, en el barrio de Chueca, en la maravillosa libreria Panta Rhei, sin saber que años más tarde este texto iba a volverse referencia obligada dentro del diseño gráfico. Comentario aparte, nunca dejo de visitar Panta Rhei siempre que estoy en Madrid, aunque en aquella ocasión fui atacado por dos simpáticos pinchers (bueno... en honor a la verdad uno era pincher y el otro era algún animal de especie indefinida, pero de no mayor tamaño, probablemente surgido de las grietas del infierno) que se hicieron los muertos hasta que estuve adentro. Les insisto en que vayan, pero permanezcan atentos a estos rigurosos centinelas. 
No digan que no les avisé.
John Maeda es diseñador gráfico, y profesor de Artes y Ciencias de la Comunicación en el MIT (aunque leo en su blog que ahora es Presidente de la Rhode Island School of Design, pienso que es probable que haya dejado el MIT) y es conocido por sus ideas en torno a la Simplicidad aplicable a las artes gráficas, la tecnología, los negocios y la vida casi tanto como por su diseño. 

A lo largo de 10 leyes (a mí me resultaron más bien sentencias o aforismos) Maeda intentará enseñarnos a despojarnos de lo inútil y lo confuso para el buen diseño y para la utilización del tiempo. 
Lamentablemente, la lectura se vuelve tortuosa en demasiados tramos del libro gracias a los repetidos desaciertos del traductor, que consigue hacer de las leyes de la simplicidad un laberinto de complicaciones y sinsentidos. Sí, Las Leyes de la Simplicidad padece una traducción temible.
Pero si buscamos en el blog de Maeda, otro poco en la web, y en base a esto pulimos lo que aparece en el libro, las diez leyes de la simplicidad de John Maeda serían más o menos así:

  1. Reducir. La manera más sencilla de alcanzar la simplicidad es mediante la reducción razonada.
  2. Organizar. La organización permite que un sistema complejo parezca sencillo. Organiza tus propuestas en sistemas coherentes.
  3. Tiempo. Ahorrar tiempo hace parecer las cosas más simples. Cuando forzamos a esperar a alguien, hacemos que aquello que esa persona espera parezca más complejo. Si el retraso es inevitable, un anuncio claro de la demora brindará simpleza a la espera.
  4. Aprende. El conocimiento lo simplifica todo. 
  5. Diferencias. La simplicidad y la complejidad se necesitan entre sí. 
  6. Contexto. Lo que se encuentra en la periferia de la simplicidad no es para nada periférico. Hay otros mensajes que rodean aquello que diseñamos y le dan sentido.
  7. Emoción. Más emociones es mejor que menos emociones. Debemos emocionar con nuestro diseño. La emoción conecta.
  8. Confianza. Confiamos en la simplicidad. La simplicidad es un camino seguro para la comunicación. La simplicidad transmite confianza.
  9. Fracaso. No es posible hacer algunas cosas de manera simple. Algunas cosas, sencillamente no son simples.
  10. La Principal. La simplicidad consiste en quitar aquello que es obvio y añadir lo significativo.

Simplificando, entonces, Las Leyes de la Simplicidad es un bello libro bien intencionado, traducido por alguien que no lo leyó y editado por alguien a quien no le interesó entenderlo.

Por suerte, el diseño quedó en manos de Maeda.

Visiten la web de Maeda, lawsofsimplicity.com

Editó Gedisa.
Manto de piedad caiga sobre el traductor.

Shigeo Fukuda,
1932-2009

5 comentarios

22/1/09






Murió Fukuda.
Los ancianos recordamos aún sus clases magistrales en el auditorio de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Fueron unas charlas brillantes, culminadas en ovación, en las que el Maestro demostró su gran capacidad para transmitir ideas, conocimientos y, por encima de todo, chispa.
Recorriendo diversos obituarios puedo ver continuas menciones a su sonrisa. No voy a hacer referencias a su enorme carrera, que podrán encontrar en la web. Pero tanto recuerdo de su gesto sonriente me lleva a un par de anécdotas, que tienen como vehículo el siguiente postulado: Lo diferente es el humor. La información, es la risa.
En un mundo hosco y trágico, Fukuda se reia.
En aquellla ocasión atendió a la larga y solemne, argentina, introducción de su presentador, un reconocido diseñador porteño, que lo rotuló cada vez que pudo como  "mi amigo Fukuda", "mi gran amigo Fukuda", "mi entrañable amigo Fukuda". Fukuda escuchó con atención la traducción que hizo el intérprete de toda la almibarada presentación, y cuando tomó el micrófono, agradeció los conceptos de "este señor a quien no he visto en mi vida".
Todos reímos, y creímos, en su momento, que Fukuda estaba desenmascarando al estirado diseñador anfitrión (que se tapaba la cara con las manos, y también reía). Pero pasados los años me parece que estábamos ante una broma que se le hace a un amigo. Fukuda estaba vivenciando lo que hacía en la gráfica: lo que podemos ver en la obra de Fukuda es un desconcierto, una reflexión gráfica que nos arranca una sonrisa.
Fukuda trabajaba solo, sin ayuda. Decir que era un formidable afichista no me señala como un crítico original. Era también famoso por sus sorprendentes esculturas que desafiaban al ojo y sus juegos de luces y sombras, generalmente resueltas con objetos cotidianos.


Con la explosión de los ordenadores en el diseño, había lanzado una especie de manifesto particular, "No Computer". Trabajaba a mano, y con el ojo. Su simpleza, su poderosa capacidad de síntesis y conjunción en su obra la hacen sumamente impactante.
Recuerdo a ese chispeante Maestro, despidiéndose ese día de nosotros con una sentencia: "El diseño es diversión, olvídense de lo que puedan decirles en contra de esto. Si no se están divirtiendo, si no divierten, huyan: no están haciendo diseño."
Dejo alguno de sus afiches para deleite del desprevenido que no las haya visto antes.






Zileheroum,
o cómo dibujar la Historia

2 comentarios

12/1/09

Tintín cumplió ochenta años. Yo tenía ocho cuando mi Viejo me regaló El tesoro de Rackham el Rojo. El capitán de un carguero inglés se lo había recomendado, entre otras cosas porque la realidad de la vida a bordo de un barco era reflejada, al parecer, al detalle y además, supongo yo, porque valía la pena.
Desde las primeras páginas (agregaría más, desde la cubierta, me atrevería a decir yo) la atmósfera de Hergé me cautivó absolutamente.
Todavía no sé cómo es la vida en un buque –resulté poco marinero– pero nada más lejos de mí que pretender restarle autoridad a la marina británica: yo ya he elegido que la vida a bordo sea así.
Lo que sí sé, es que uno no puede dejar de mirar los barcos, los mares, los bosques de Hergé.
Hay cierta hipnosis en ellos.
Supongo que ese trance es lo que llamamos arte.
La ilustración de Hergé trasciende el dibujo de comic, para alzarse en un universo donde cada pieza encaja, donde la vida dibujada se nos hace maravillosamente verosímil dentro de ese universo y donde cada cuadrito es una obra maestra.
A medida que fui creciendo, en lugar de dejarlo de lado, encontré nuevos motivos para releerlo y disfrutarlo. En referencia al arte secuencial y la composición narrativa: la tensión, el tempo de la acción, la naturalidad de las entradas y salidas de personajes, la evolución de los caracteres a lo largo de toda la vida del personaje, el magistral manejo de la casualidad.
Y en cuanto al arte gráfico, es una obviedad que no me voy a privar de expresar... ahí voy: el exquisito manejo de color, el trazo, el dominio del escorzo y el plano, la concepción de la página como un todo, el mínimo detalle brillantemente seleccionado son para el ilustrador una fuente de aprendizaje y referencia. Pero en este ínfimo homenaje no era mi intención comentar la obra de Hergé, sino hablar de una ilustración en particular.
Se trata de la batalla de Zileheroum, combate definitivo para la historia de Syldavia y a partir del rey Muskar I, la conformación de la dinastía de los Ottokar.

(click para agrandar)

Cuando nos hacen un encargo de ilustración histórica, a veces es importante para el ilustrador infantil que el dibujo, sin dejar de mantener su contemporaneidad pueda situarse en la época, de manera tal que brinde herramientas al pequeño lector para ubicarse en el tiempo y relacionar en forma tácita y natural datos que de otra manera llevarían un esfuerzo mayor y seguramente, menos certero.
Por eso me refiero a éste ejemplo, aprovechando que, como decimos en el estudio, el ojo y el cerebro son una misma cosa, el chico puede emparentar los iconos con la edad media, las representaciones jerárquicas, la batalla salvaje, las tiendas de campaña, la montonera militar, las cotas de malla, las lanzas, la geografía, el arte.

Aunque Syldavia no existió jamás, quiero que apreciemos, paladeemos el trabajo de documentación del autor, en el uso de las tintas, y en lo formal de la elegante composición, la selección de colores.

Si bien en esta ilustración Hergè no se refiere a ningún hecho histórico real, plaga de referencias el dibujo de manera de que podamos pensar que sí existió. Podemos saber que es una pintura medieval. Vemos que se sitúa en Europa del Este. Unos jinetes lancean a otros, en fuga, que parecen ser más asiáticos que europeos (incluso, huyen hacia el oriente). El uso del color, sin dejar de ser "tintiniano" también apuntala una época. Todo eso hace que Syldavia parezca existir, y haber tenido una historia.


No sólo el planteo escenográfico, las ropas, lo deliberadamente rebatido de la composición, los amontonamientos, los estandartes: prestemos atención cómo se recupera lo perturbador de las miniaturas, esa mezcla de naif con la crudeza de la batalla, donde lanzas y flechas atraviesan cuerpos, y el autor se detiene en el justo instante anterior a las mutilaciones, dejando a nuestro cerebro la desagradable tarea de completar la acción e imaginarlas.

Les dejo una serie de imágenes, algunas en el post, y otras para que se descarguen, como para comparar y ver cómo la ilustración de Zileheroum funciona, transparente, como recurso de recuperación de la época, clima y cultura. Una referencia medieval rusa (un príncipe de Kiev y su séquito), una miniatura de un arquero otomano, una batalla medieval (la Batalla de Orsha) y unas simpáticas miniaturas de la buena muchachada de Genghis.



Nada más, que viva Tintín (aunque todos sabemos que Haddock es una masa).